domingo, 16 de febrero de 2014

Duelo

Estos últimos días me estuvo resonando algo que dije el Jueves 'Fue como tener unas ganas increíbles de abrazar un alambrado de púas'.
En efecto, uno puede estar de duelo por muchas razones. Lo que primero se nos viene a la mente es que falleció una persona: familiar, amigo, pareja, conocido. En segundo lugar quizá se nos ocurra que el que falleció es una mascota, porque la falta física de nuestros compañeros animales también duele y cuesta curar. Seguimos pensando y ¡hey! a lo mejor cortó una relación amorosa,eso también suele ser un periodo de duelo, pero lo que nunca se nos ocurre es que se puede experimentar algo así al cortar una relación de amistad.
No todos los finales de una relación amorosa conllevan un duelo, lo mismo pasa con las amistades. En lo que a mi respecta, transité tres duelos por amistades.
El primero fue hace unos tres o cuatro años, el segundo fue hace poco más de un año y todavía no lo supero; el tercero, está a flor de piel, recién comienza.
Por eso, insisto en lo primero que dije. Lo vi entre mucha gente, durante todo el recital y en todo momento no tuve más que ganas de correr a abrazarlo como hice durante tantos años, pero me aguanté. Sabía que me iba a cortar y que no hay abrazo que remedie esos cortes. Porque sus abrazos ya no son reconfortantes ni cariñosos, mucho menos contenedores. Dejarme abrazar, o peor, forzar un abrazo con la ilusión de que sea como antes me va a lastimar tanto como me lastiman sus palabras cada vez que cruzamos argumentos.
El alambrado me va a generar cortes por más cariño que le tenga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario